Palabras de sheep:
Devastación – soledad – estación (de trenes) – depresión – arco iris – rosa (color) – repelente – angustia – represión – pozo
Relato de Lucy:
Según cuenta la historia, narrada hace años extensos, se dice que en determinados días en que los tímidos rayos solares atraviesan insolentes las delgadas lagrimas que el firmamento derrama a causa de la terrible devastación causada por el uso excesivo de los repelente contra las pestes mundiales, es posible ver acaso por un segundo, la estela imperceptible del arco iris. Marcando incansable un camino firme e inestable hacia un lugar secreto, ajeno a todo aquello, que se presenta al principio como una estación, donde jóvenes damas esperan el tren que quizás nunca llegue, depurando cada sentido, la soledad puede sentirse reinando allí. Las almas solitarias, esperanzadas llenas de angustia y represiones aguardan el vehículo indicado. ¡Esperen señoras! Aun no es tiempo. La vías como torrentes sanguíneos marchan en todas direcciones, palpitantes, inconscientes de su eterna depresión. El tren se acerca, bello, inexorable, de color rosa rebosante de ternura, que las llevara al inminente y agraciado pozo de su perdición.
Palabras de Lucy:
Playa –Cienaga - Cuarto - Cielo - Oscuro - Mortuorio - Desgano - Amanecer - Candido
Relato de Sheep:
El amanecer asomaba sus primeros rayos con el mismo desgano con el que Dolly comenzaba los preparativos con el difunto.
El señor Marcus, mientras tanto, esperaba con la paciencia del mundo y las estrellas en el mortuorio ubicado en la calle 6, bastante lejos del ajetreo de la playa y las avenidas principales.
La candidez de la mañana contrastaba con el oscuro día que el señor Marcus había vivido la jornada anterior. En las afueras de la ciudad, cerca de la ciénaga, había encontrado el fin para una vida repleta de odio y resentimiento a la sociedad, que aunque no fuera la más dulce, había aprendido a tolerarlo y comprenderlo a lo largo de todos estos años.
Desde el cuarto en el que el señor Marcus descansaba y Dolly trabajaba, apenas si se podía ver el cielo, fervoroso y prometedor, que daba esperanzas a la vez que era testigo de destrucciones tales como las que el señor Marcus había cometido en toda su larga vida. Era un testigo impotente.
Pero ahora, la naturaleza, el destino o quizá simplemente la mala suerte le habían quitado la vida.